
Mujeres camioneras: Heroínas de la carretera
Esta es la historia de Cristina Batiste
Su vocación de camionera ha sido tardía, pero en ella ha encontrado su remanso de paz. Eso sí, del combate diario con sus Iveco S-WAY y DAF CF no le libra nadie, al menos hasta la jubilación, que Cristina sueña a los 60 años, con las personas que más quiere a su lado: Carmelo, su marido; Mar, su hija; y Yoli, su hermana. Esta es la historia de una mujer valiente que tiene en las carreteras su segundo hogar.
Todo empezó a gestarse en 2015, cuando obtuvo du licencia de camión a través del SEPE, organismo que regula los permisos de conducir en España. “Tuve que tomar un curso de unas 300 horas para sacarme el permiso de camión«, con la ventaja de sólo pagar unos 400 euros de tasas para el C1, y otro tanto para el tráiler«, contaba Cristina.
Cristina recuerda que … «Necesitaba un número concreto de prácticas pero yo me quise asegurar de dominar algunas más. Cuando dije a mi administradorque iba a tomar la Capacitación, con mis 45 años ya cumplidos, no se me olvidará nunca que me dijo “ – «De ilusiones también se vive”.
«Pero tomé esa Capacitación. Es un poco más difícil que el CAP, pero la saqué. Como puedes imaginar, lo primero que hice es una visita a aquel administrador, con mi título en la mano. Solo para mostrarle que si era capaz y que ya lo había logrado!!»
La trayectoria de Cristina
A Cristina Batiste le ajusta perfectamente la letra de aquella canción de Los Fabulosos Cadillacs: “Los caminos de la vida no son lo yo que pensaba… cuando yo era chiquitita”. Su infancia, de hecho, es de las pocas mépocas de paz quie ha podido vivir nuestra protagonista; una infancia que ella asocia a su abuelo Ramón, que manejó una ambulancia antes y después de la guerra.

- “Él me contaba que le mandaban a recoger cuerpos en la carretera – se emociona Cristina -, pero mis recuerdos de él están asociados a su SEAT 1500, con el que ejercía de taxista.
- En la torre familiar sacaba las ruedas, limpiaba los bajos y a mí, que era muy pequeñaja entonces, me gustaba escucharle y ayudarle en lo que fuera. Seguro que molestaba más que otra cosa – ríe esta barcelonesa, suscrita a SOLO CAMIÓN desde hace años -, pero me contagió de lleno su pasión por conducir”.
Ya adulta, Cristina ha ejercido como educadora social, socorrista, monitora de colonias, cajera de supermercado o conductora de coches de alquiler en el aeropuerto (lugar en el que conoció a su pareja, y gran cómplice de la vida, Carmelo García).

De fácil no ha tenido nada su aventura de vida, con un padre sujeto a diversas adicciones y siempre inclinado a anegar la economía familiar; y una hermana, Yolanda, algo mayor que ella y con discapacidad intelectual, a la que Cristina adora. De Yoli se hacen cargo ella y Carmelo, lo cual siempre mediatizó todo paso laboral que ambos emprendieron juntos.
En 2018 compraron su DAF 75.310. Cristina y Carmelo se turnaban con el mismo, hasta que en septiembre del pasado año se hicieron con el Iveco S-Way de 420 que ilustra la foto. “Los dos nos compaginamos a la perfección.
«Un día hacemos el horario de 8 de la mañana a 7 de la tarde; y al siguiente, de 10 a 3. Así nos vamos turnando – continúa -, de manera que cada día uno de los dos es el que lleva y trae a mi hermana a su centro de día.«
«En Transparets, empresa para la que trabajamos, siempre se han mostrado muy contentos con nosotros. Nos querían a ambos en horario completo, pero nos pusimos duros en que no y lo tuvieron que aceptar. Un canguro se llevaría prácticamente medio sueldo y en contratar un chófer sólo veíamos posibles problemas. Como se te ponga de baja y tengas que acabar pagando dos, no nos hubiera quedado ni para pipas”.

Madrugar en Riells
Cuando Cristina conduce el Iveco, a las 8 va al muelle de Transparets para cargar el camión y coger la hoja de ruta. Alimentación y plástico, básicamente, se agrupa en los 20 palets que pueden acomodar el Iveco y el DAF.
Nuestra protagonista tiene una querencia particular por este último, al que nunca llama viejo, sino mayor, porque es con el que empezaron a abrirse paso en este oficio. “Nunca nos ha fallado”.
Eso sí, cuando adquirieron el S-Way, un rígido con la cabeza de tractora, su propósito era el de cruzar con éste la línea de meta de la jubilación. Vicisitudes no han faltado en la vida del tándem Cristina-Carmelo (una de las últimas, su parón de tres meses en pandemia, ante la incógnita del sistema inmunitario de Yolanda), pero ahora se reconocen en un momento más dulce y estable.
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